jueves, 1 de junio de 2006

Una historia cercana, una historia triste e injusta.

Quiero compartir la triste historia que mi amigo Emiliano Aguayo escribió en www.lanalhuenoticias.cl (leer acá) y que por estos días lo ha afectado profundamente tanto en lo personal como lo que sufre la familia afectada. La historia todavía no tiene final por lo que las esperanzas de que este sea feliz, depende de muchas situaciones y personas que todavía están a tiempo de reaccionar y otras que podrían presionar.

Hace unas semanas fui homenajeado por el Concejo Municipal de Cañete. El acto se realizó en el salón de eventos de la municipalidad.

Ese día, aparte de otros familiares y amigos, uno de los más felices asistentes era mi sobrinito Miguel.

Miguel vive con sus abuelos, los padres de mi esposa. Vive en Cañete. Lamentablemente, su madre falleció en abril del año pasado.

Su padre, que nunca lo reconoció, recién lo hizo el día del funeral de la madre de Miguelito, casi a espaldas de todo el mundo y sin jamás haber sido obligado a no hacerlo. No lo había reconocido sólo porque no había querido.

Miguel hoy tiene 4 años.

El otro día, en un ejercicio en su colegio Gabriela Mistral debía dibujar a su familia. Dibujó a quienes viven hoy en su casa. También debía dibujar a otros familiares, que no vivieran en su casa. Dibujó a sus dos tías y a su tío Emiliano.

Su padre vive a sólo dos cuadras de él, sin embargo, Miguel no lo reconoce como tal, pese a haber ido varias veces a su casa, donde iba a visitar y a jugar con sus abuelos paternos.

Al fallecer su madre, Miguel quedó en la casa que siempre ha vivido, junto a sus abnegados abuelos maternos, la última pareja de su madre y su hermanito Camilo, de sólo 2 años.

Hace poco, su tía Valeska, profesora, se trasladó de su cómodo trabajo en Concepción a Cañete, no por un asunto laboral, sino para apoyar a sus padres en la diaria tarea de preocuparse directamente de su sobrinito. Ella es su apoderado en el colegio y quién, además de sus abuelitos, lo mima como un hijo.

El año pasado le celebramos su cumpleaños y en diciembre disfrutó de la navidad. En estas dos ocasiones y en muchas otras, Miguel no recibió ningún regalo de su padre y, por supuesto, nadie se lo ha prohibido.

El padre de Miguelito se llama Leandro Méndez Senociaín, un joven cañetino que jamás ha cuidado a Miguel con la responsabilidad que le compete. Soy testigo de eso.

He escuchado que desde el momento que un padre reconoce un hijo, tiene el derecho moral y legal de ayudarle y apoyarle, tanto espiritual como económicamente, en todo momento, por toda la vida.

Soy testigo que desde el año pasado, cuando lo reconoció no le ha comprado ni una aspirina ni menos se ha preocupado de su educación. Su tía Valeska es la encargada de estos menesteres, con la ayuda, claro, de todo su entorno familiar, incluida su otra tía de Concepción, mi esposa y yo y, por supuesto, sus abuelos maternos, dueños del hogar donde Miguel ha vivido sus felices 4 años.

Hace un tiempo, el papá de Miguel demandó por la tuición del niño a la familia de mi esposa, con quienes, -repito- ha vivido sus 4 radiantes años y donde disfruta sus días de niño junto a su hermanito.

El papá de Miguel no trabaja, estudia. Lo hace en Concepción y está, a veces, los fines de semana en Cañete.

Uno podría pensar que al ganar la tuición que pidió, él se trasladaría a Cañete para hacerse parte de todo lo que concierne a un hijo, pero no ha sido así. Él sigue estudiando y siendo financiado por sus padres.

Una amiga Asistente Social me decía el otro día que un padre debe hacer todo lo posible por cuidar a su hijo y estar pendiente de todo su crecimiento, en todo aspecto, sin haber siquiera pretexto de ser estudiante.

Me hablaba que estos son los típicos padres que los niños ven, a lo más, como hermanos mayores, pues estos padres-dependientes-de-sus-padres-y-estudiantes jamás asumen su rol totalmente, porque para eso están su padres, o sea, los abuelos del niño.

Él puede carretear y son sus padres los que se quedan con el niño. Él puede pololear y son sus abuelos los que cuidan en la noche al niño. Etc.

Acabo de ser padre y no me imagino un día sin estar preocupado de no poder alimentar ni estar preparado para una emergencia médica de mi hijita. No podría, aún cuando del trabajo me fuera a la universidad a seguir una carrera vespertina. No entiendo cómo un padre, que decide, luego de 3 años “hacerse responsable de su hijo”, ni siquiera le compre un dulce, un juguete, un polerón, decidir en qué colegio estudiará ni menos preocuparse si está sano, si tiene control, si necesita cubrir alguna receta, etc.

En fin, se me hace largo y estoy escribiendo en la noche del día miércoles 31 de mayo, porque nos acaban de llamar de Cañete que, a 5 meses que la señora juez Carmen Seguel Pino fallara extrañamente a favor del padre, porque, entre otras cosas, “ha logrado acreditar que cumple con lo necesario como para tener la tuición de su hijo, y que no tiene incapacidad o inhabilidad alguna que le prohíba ejercer la tuición”, su abogado está pidiendo hacer válido ese fallo, es decir, que Miguelito se vaya a la casa de sus abuelos paternos.

Si este padre no se ha preocupado en estos largos años, desde que lo procreó, inscribió como hijo y luego ganó un juicio lamentablemente muy mal llevado por el abogado Carlos Martínez, según la familia querellada, ¿por qué está habilitado? ¿Por qué cumple con lo necesario para la tuición? ¿No es inhabilidad no preocuparse de su hijo? ¿Basta con ser padre biológico?

¿Cómo va a estar habilitado un padre que jamás se ha preocupado de Miguelito en sus días de enfermedad, que jamás ha comprado una receta, que jamás lo ha matriculado ni en un jardín ni en el colegio, que jamás le ha hecho un regalo para su cumpleaños ni para navidad y que ha descansado sólo en lo bien que está con su familia materna?

¿Y por qué este padre irresponsable llegó a presentar una demanda de tuición contra su abuela materna si quizás no quiere al niño?

Sólo puedo pensar que son los padres de Leandro Méndez Senociaín, es decir, los abuelos paternos del niño, quienes lo han llevado a esto. ¿Por qué? Porque son ellos los que sí han tenido contacto con el niño y quienes instaron a este padre irresponsable a presentar la demanda para ellos hacerse cargo de su nieto y, claro, la jueza quizás se guió por la figura paterna, pero dejó de lado tantos otros temas que da rabia por la injusticia.

Me hubiera encantado no tener que escribir jamás un caso de injusticia como éste, que al tocarme directamente me duele enormemente, pero a veces las injusticias hay que hacerlas patentes con nombre y apellido, aunque lastime.

Espero que la justicia y la sociedad revisen nuevamente este caso. No nos quedemos callados ante las injusticias.

Datos extra:

La jueza ni siquiera tomó en cuenta el enorme daño que le provocaría a Miguelito separarse de su hermanito Camilo, algo que hasta en los hogares de menores se prioriza al momento de dar un niño en adopción, mientras que al irse Miguel a la casa de su padre, vivirá más con sus abuelos paternos que con él, un tipo que hasta hoy no se acerca a Miguelito, pero que en el papel, lamentablemente es su padre, pero como ya vimos, en la práctica…

Antes de fallar, al niño ni siquiera se le realizó un examen psicológico ni menos se ha pensado en el daño luego de separase de su entorno familiar más directo, el que ha conocido en toda su vida. A un niño que se le muere su madre, que ha tenido siempre un padre ausente, que vive con su hermanito y que hasta en los libres ejercicios del colegio sólo nombra personas de su medio materno, no se le puede cambiar así como así de entorno.

Acá sólo se le dio prioridad, entiendo yo, a la lógica ”luego de su madre, está el padre”, pero, por favor!!!

Espero que la justicia y la sociedad revisen nuevamente este caso. No nos quedemos callados ante las injusticias.

¿ABUELOS POR ABUELOS?

Sra. Carmen Seguel Pino, creo que acá son los abuelos paternos los que quieren al niño más que su propio padre, lo que está muy bien, pero ¿sabe? Ellos no pidieron la tuición, sino el padre. ¿La idea es cambiar abuelos por abuelos? Es decir, ya Miguel vive cómodamente con su abuelos maternos desde que nació, hace 4 años, y usted, con su fallo, ¿quiere cambiar, entonces, abuelos por abuelos? Qué injusta es la justicia, a veces. Me encantaría que alguien con poder de decidir revisara el caso, pero la primera llamada a esto es ud. sra. jueza, más allá de la ley, con una mano en el corazón.

EL FALLO DE LA SEÑORA CARMEN SEGUEL PINO

Me encantaría que la sra. Carmen Seguel Pino supiera de este artículo y sólo por curiosidad se diera el trabajo de averiguar qué ha hecho el padre por el niño desde el día de 2005 que ella dio su fallo. Me gustaría que le preguntara al padre si le compró algún regalo para la navidad, si se preocupó en qué colegio estudiaría este año, si ha preguntado si Miguelito se ha enfermado, etc. Miguel, cada año, viene a vernos una semana a Santiago, sra jueza, a conocer, aprender y divertirse, y ¿usted cree que el padre se comunicó conmigo para saber cómo estaba?

PADRES RESPONSABLES

Hay padres que no viven con sus hijos, por diferentes razones, pero aún así, muchos son responsables de su rol y hasta sufren con esa realidad. Si yo hubiese visto alguna vez algún grado de preocupación de parte del padre, diría que está bien que se lo lleve y que vea, de vez en cuando, a su familia materna, pero doy fe que no ha sido así. En el fallo no hay razones sentimentales; las podría haber económicas, pero hasta en ese caso la familia materna se ha preocupado más, en cuanto educación, salud y alimentación. Incluso, a meses del fallo que desea hacer efectivo, no da ni un $ al niño.

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